ANTECEDENTES DE LAS TRIBUS URBANAS
El fenómeno de las tribus sociales o contracultura inicia al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando del desencanto juvenil ante una crisis globalizada los enfrentaba a un futuro sin esperanzas aunque algunos apuntan incluso a fenómenos anteriores como génesis de la pérdida de identidad personal a través de la pertenecía de grupos que reemplazan la autoestima perdida con anti valores que se expresan lo mismo en el fanatismo deportivo de las porras, barras o hooligans, las sectas religiosas ultras, las maras, gangas o pandillas o cualquier manifestación social que sustituya en el joven el apoyo de una familia desintegrada, disfuncional o inexistente.
La primera tribu emergente de ese periodo es la de los “rebeldes sin causa”, etiquetados así por una sociedad sumamente conservadora y vigilante del status quo que rechazaba todo lo que le fuera ajeno en todos sentidos: valores sociales, moda, lenguaje, conducta, segregación racial, etc. y que no comprendía las quejas y demandas de una juventud que enarbolaba la libertad como bandera tanto en lo sexual como social. Esta tribu tuvo su versión europea en los beatniks o existencialistas franceses, amantes del jazz y de la lectura de Jean Paul Sastrey Simone de Beauvoir y en general, pedantemente intelectuales. Dos películas cincuenteras clásicas ilustran este fenómeno con claridad: Rebelde sin causa de James Dean y Natalie Wood y el rebelde de Marlon Brando, quien acuña el estereotipo generacional del joven vestido de mezclilla a bordo de una veloz motocicleta, ajeno a cartabones sociales y camisas de fuerza morales. La contraparte sesentera son los hippies o hijos de las flores, que al enarbolar la paz, el amor y las drogas alucinógenas como doctrina intentaban detener la leva obligatoria que nutría con sangre joven la inútil guerra de Vietnam que se prolongaría hasta casi mediados de los setenta y que daría paso a una resistencia social más beligerante y desencantada que fermentó a la siguiente tribu urbana, violenta y autodestructiva y que por su esencia proletaria, la que más largamente ha logrado subsistir : los punks.
La primera tribu emergente de ese periodo es la de los “rebeldes sin causa”, etiquetados así por una sociedad sumamente conservadora y vigilante del status quo que rechazaba todo lo que le fuera ajeno en todos sentidos: valores sociales, moda, lenguaje, conducta, segregación racial, etc. y que no comprendía las quejas y demandas de una juventud que enarbolaba la libertad como bandera tanto en lo sexual como social. Esta tribu tuvo su versión europea en los beatniks o existencialistas franceses, amantes del jazz y de la lectura de Jean Paul Sastrey Simone de Beauvoir y en general, pedantemente intelectuales. Dos películas cincuenteras clásicas ilustran este fenómeno con claridad: Rebelde sin causa de James Dean y Natalie Wood y el rebelde de Marlon Brando, quien acuña el estereotipo generacional del joven vestido de mezclilla a bordo de una veloz motocicleta, ajeno a cartabones sociales y camisas de fuerza morales. La contraparte sesentera son los hippies o hijos de las flores, que al enarbolar la paz, el amor y las drogas alucinógenas como doctrina intentaban detener la leva obligatoria que nutría con sangre joven la inútil guerra de Vietnam que se prolongaría hasta casi mediados de los setenta y que daría paso a una resistencia social más beligerante y desencantada que fermentó a la siguiente tribu urbana, violenta y autodestructiva y que por su esencia proletaria, la que más largamente ha logrado subsistir : los punks.
JAMES DEANREBELDES SIN CAUSA |
REBELDES SIN CAUSA |
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